Smile.

Smile.
Nirvana logo.

martes, 3 de diciembre de 2013

Y aparece.

La mañana fría, triste, monótona, misma calle, misma hora, mismo recorrido. Y mismo punto de llegada.
Paso tras paso, llegamos.
 El tiempo pasa lento, como si a las agujas del reloj les costasen moverse, pero se acaba.
 Y vuelta por las mismas calles, con la misma gente, a la misma hora hasta el punto en el que por la mañana me encontraba.
Tarde fría, silenciosa, triste... Y aparece, y le veo, veo su sonrisa, sus ojos, su boca, le veo a él, de repente la tarde triste se alegra, la tarde fría se hace cálida con sus abrazos, la tarde silenciosa habla a través de su risa. Me abrazo a él con la excusa de que tengo frío, no es frío, es ganas de sentirle, sentir su olor y apoyar la cabeza contra su pecho y oír su corazón. Él lo sabe, él sabe que no tengo frío, o bueno si, pero no tanto como para no poder despegarme de él, sabe que lo hago para poder estar cerca suyo y él no se opone, es más, me abraza mas fuerte contra él. Y el tiempo se escapa entre nuestros brazos, y el viento sigue azotando, y el frío sigue estando presente. Es la hora, la hora de despegarse de sus brazos, de dejar de poder mirar su boca, sentir su corazón en el pecho y oír su sonrisa.
Ya está, se ha ido, hasta mañana, me acuesto en la cama y me duermo.

Me despierto, y la mañana es fría.